viernes, 29 de junio de 2012

COMPORTAMIENTO INFANTIL


CLAVES DEL COMPORTAMIENTO DE NUESTROS HIJOS

Sin tener en cuenta la carga genética, el Comportamiento es algo que se aprende al interactuar con el medio ambiente. Depende, básicamente, de las consecuencias que tienen las conductas sobre uno mismo, sobre los demás y sobre nuestro entorno. Si la conducta tiene consecuencias positivas, es probable que se repita en el futuro. Sin embargo, si la conducta tiene consciencias negativas, existe menor probabilidad de repetición. Por tanto, la conclusión que extraemos de todo esto es que: EL COMPORTAMIENTO PUEDE SER MODIFICADO. Nuestro hijo/a no “ES”, nuestro hijo/a “SE COMPORTA”.

Existen varias estrategias para eliminar o disminuir una conducta indeseable. Las tres más importantes son las siguientes:
  1. CASTIGO: cuando el niño realiza la conducta indeseable y aplicamos una consecuencia desagradable o retiramos algo apetecible.
  2. EXTINCIÓN: cuando el niño realiza la conducta indeseable y retiramos la atención e impedimos que consiga ningún tipo de refuerzo. *Ver precauciones.
  3. REFORZAMIENTO DIFERENCIAL: cuando el niño realiza la conducta indeseable y no le atendemos (extinción). Sin embargo, cuando hace un mínimo comportamiento deseable, recibe nuestra atención.

Debemos tener en cuenta una serie de precauciones a la hora del uso de la EXTINCIÓN:
  • Los efectos de la extinción se producen más lentamente que los del refuerzo o el castigo. Si la conducta a eliminar es peligrosa debe usarse otra estrategia.
  • Advertiremos que, cuando se intenta extinguir un comportamiento indeseable, lo normal es que al principio la conducta a extinguir se incremente, por lo que es imprescindible estar de acuerdo al hacerlo y prever el momento más oportuno.
  • La extinción debe ser constante. Si se produce de forma intermitente aparece el efecto contrario (resistencia a la extinción).
  • La extinción por sí sola no es suficiente. Debe usarse junto con el reforzamiento de la conducta deseable.

A la hora de instaurar o incrementar una conducta deseable podemos hacer servir una serie de estrategias. Partiendo de la idea que la estrategia básica es el Reforzamiento, seguiremos:
  1. Reforzar (premiar) cualquier aproximación a la conducta deseable.
  2. Puede darse refuerzo material como premio, pero siempre acompañado de refuerzo social (alabanzas, caricias, aplauso, etc.). A la larga debe tenderse a que la conducta se mantenga sólo por el refuerzo social.
  3. Dar el premio lo más inmediato posible a la realización de la conducta.
  4. Una vez que el comportamiento se produce de forma estable, no necesita que el refuerzo sea continuo, pero no debe olvidarse premiar de vez en cuando.

Volviendo al tema del CASTIGO, debemos tener en cuenta una serie de peligros:
  • Mediante el castigo enseñamos lo que NO debe hacerse, pero no se le indica qué es lo que SÍ debe hacer nuestro hijo.
  • Proporciona al niño un modelo de conducta agresiva, que puede acabar imitando.
  • Suele establecerse una mala relación afectiva entre el niño y los que castigan.
  • El niño puede sacar la conclusión de que no es hábil, que es un desastre, que no sirve para nada. Lo que afectaría a su autoestima y a su correcto desarrollo emocional.
  • En algunos casos, el castigo puede ocasionar daños físicos al niño.

Por último, hablaremos del REFORZAMIENTO DIFERENCIAL, que a mi entender supone la estrategia adecuada para eliminar conductas indeseables. Las características principales de este tipo de estrategia son las siguientes:
  1. Es el método más adecuado, ya que de forma simultánea se elimina una conducta indeseable (extinción) y se instaura una deseable (reforzamiento).
  2. Si el niño no posee una conducta alternativa a la que queremos eliminar, primero deberemos enseñársela, paso a paso. Para eso recurrimos al MOLDEAMIENTO, en el que los padres o educadores (incluso hermanos o amigos mayores) actúan como modelos de la conducta a implantar. En este sentido es importante el EJEMPLO, puesto que se puede estar haciendo un moldeamiento involuntario sin darnos cuenta.
  3. Conviene reforzar más de una conducta alternativa a la que se quiere eliminar, para que así adquiera un mayor repertorio de conductas adecuadas.
  4. Es importante asegurarse de que el niño no sigue recibiendo el refuerzo por la conducta inadecuada. En este caso debemos asegurarnos de que abuelos, otros familiares o amigos, no actúan en contra de nuestra intención.

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viernes, 1 de junio de 2012

CERO EN CONDUCTA

CERO EN CONDUCTA
(By Màxim Huerta)

El whatsapp está matando las relaciones sociales. Así, a saco. Y Twister también. La generación ME –esa que cuelga fotos de sus cosas, sus músicas y sus pensamientos- ha empezado a mirar más la pantalla del móvil que los ojos del amigo. Antes, hablo como si fuera mi madre, nos mirábamos a la cara y podíamos adivinar los pensamientos, incluso las palabras que iban a salir de la boca del amigo, amante, amor, pareja, etc. Ahora, negadme si tenéis valor, llegamos a estar en una mesa, de cañas, y al mismo tiempo de reunión virtual en el móvil con otros amigos.
¿No tenemos bastante con la compañía real, la de carne y hueso, la de voz y aroma? Tuiteamos los lugares, hacemos fotos a la comida, nos enfocamos la cara en la cama, instagrameamos paisajes, nuestras mascotas, las fachadas, las playas, nuestros pies en el agua, las flores, los grafittis, los lugares que pisamos… Y antes de comentar la jugada ya tenemos colgada la frase ingeniosa en Internet para que no nos la pise el amigo.
¿He dicho amigo?
El momento en el que vivimos está diluyendo la palabra amigo como un sobre de Tang. ¿He dicho Tang? Cómo pasa el tiempo… Mi pulgar, el de mi mano derecha, acabará con artrosis antes que el de la izquierda –y no por ideologías- por el uso excesivo de teclas y pantallas deslizantes. Os preguntaréis, ¿y eso es malo? No, no. No critico, defino. Me gusta observar.
De hecho, me gusta tanto observar que he visto parejas mandándose mensajes de móvil –whatsappeando- en la misma mesa, callados como se callan las parejas de jubilados que ya están hartas de hablar. Igual. Iguales. Creo, y esto es una reflexión para este artículo que tecleo desde un Mac, que los amigos amigos, esos de verdad, eran los del SMS. Porqué pagar para decir algo implicaba que seleccionaras más y mejor. Ahora (miro mi agenda del móvil) me doy cuenta que tengo infinidad de conocidos que de ven en cuando me dicen “hola, que tal” sin esperar más respuesta que el mero entretenimiento de juguetear con el móvil de tercera generación.
Lo divertido es que cuando acabo este artículo seguramente ya está inventada la nueva generación, la siguiente fase.
Pd: La sonrisa con la que me miras, el brillo de tus ojos cuando siento que me vas a besar, nada tiene que ver con esos putos iconos que me envías llenos de sonrisas y corazones. Así no. Yo quiero verte la cara. Yo quiero saber que bajas la mirada, quiero saber cómo hueles hoy, quiero notar cómo te tiemblan las manos al coger la cerveza, quiero que tú seas mi icono. Y, lo mejor, yo quiero ser el tuyo.
Pd. 2: (más importante aún): La voz no se puede perder. No me digas que me quieres en mensaje. Dímelo a la cara. Quiero navegar en el azul de tus ojos y colgar en el instagram de mi memoria ese momento, sin necesidad de tuitear nada. Ni afán de ser ingenioso.
Pd. 3: (necesaria): Esto es un artículo sobre el comportamiento actual en las llamadas redes sociales, no una carta de amor.

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