miércoles, 21 de octubre de 2015

¿CASTIGO O APOYO CONDUCTUAL POSITIVO?

Conductas difíciles. ¿Apoyo conductual positivo?

rabietas


Los terapeutas de Centro Persem ofrecen los mejores tratamientos, diseñando los programas de intervención que mas se adaptan a las demandas y necesidades de los niños y ofreciendo herramientas útiles e innovadores para conseguir los mejores resultados. En un equipo multidisciplinar, la demanda de un profesional especialista en conducta es muy grande, frecuentemente buscada por parte de los padres, del colegio o de los demás profesionales que trabajan con el niño.
Éste profesional se basa en los principios que regulan nuestra conducta, tal cual ocurre con los principios que regulan nuestra atención, memoria o aprendizaje. Básicamente, nuestras conductas (estudiar, practicar deporte, gritar, jugar, pegar, etc.) pueden ser fortalecidas y aumentar en frecuencia en función de las consecuencias que las siguen (refuerzo) o bien pueden disminuir en frecuencia por el efecto de otro tipo de consecuencias (castigo).
Con respecto a niños y específicamente en relación a niños con autismo, mucho se discute sobre la ética en relación al uso de castigos. Por supuesto, un castigo se define por su efecto en la ocurrencia de la conducta (disminución) y no incluye solamente actividades o cosas que pensamos agresivas. El castigo también puede incluir el cese de actividades o juguetes que les gustan a los niños durante determinado tiempo, lo ya conocido por los padres: “se acabó la tele, sube a tu habitación”.  Aunque sea aplicado de manera blanda, el castigo apenas tiene el poder de suprimir una determinada conducta inapropiada (o sea, es efectivo y por eso tan tentador). A pesar de ello, este método de modificación de la conducta no fortalece o hace que surja ninguna otra conducta apropiada, al contrario de lo que desearíamos. Además, el castigo tiende a producir emociones desagradables tanto en quien lo recibe como en quien lo aplica. Por ultimo, el efecto del castigo se restringe a las ocasiones en que está presente la figura del castigador y su efecto de suprimir la conducta inapropiada en general no es duradero  cuando se cesa la aplicación del castigo.
Por todo ello, la ciencia que estudia la conducta humana nos ha regalado un abordaje humano y que corresponde a lo que nosotros, padres, profesores y terapeutas, queremos ser con nuestros niños y que nos permite ocasionar en ellos emociones positivas. Este abordaje es el Apoyo Conductual Positivo (Positive Behavioral Support) que propone trabajar para disminuir y eliminar las conductas difíciles e inapropiadas haciendo uso del refuerzo y no del castigo, o sea, fortaleciendo conductas apropiadas a medio plazo en vez de apoyarse en el uso del castigo para cesar conductas difíciles.
Este modelo supone un trabajo de medio plazo pues antes de planificar un programa de modificación de conducta en un abordaje positivo, el especialista necesita evaluar la función de la conducta inapropiada para pensar en otras conductas sustitutivas que pueden ser fortalecidas o creadas. Por ejemplo, la conducta de pegar a alguien o pegarse a uno mismo puede servir de auto estimulación, como para llamar la atención o incluso para cesar una actividad que a uno no le gusta.
Si la análisis funcional de la conducta nos revela, por ejemplo, que a un niño que se muerde el labio esta conducta le sirve de medio de auto estimulación, fortaleceremos otras conductas más apropiadas que tengan la misma función de estimularle la zona bucal, como morder un mordedor o que reciba estimulación con un masajeador. Incluso los adultos se sirven de formas adecuadas de auto estimulación cuando están ansiosos o aburridos, como mascar chicles, balancear los pies, enrollarse el pelo.
Volviendo al caso del niño que se mordía, si el análisis funcional fuera correcto y si el programa de modificación de conducta hubiese podido establecer conductas más apropiadas con la misma función de auto estimulación, ya no veríamos al niño morderse. Es más, si solamente le castigáramos cuando este niño se mordiera, otra conducta no apropiada con la misma función de auto estimulación bucal (por ejemplo hacer ruidos con la boca, garganta o jugar con la saliva) podrían surgir para suplir la función de auto estimulación del niño.
Además de las fases del análisis funcional de la conducta para evaluar y comprender mejor la conducta difícil que presenta el niño como la fase de desarrollo de un programa de modificación de conducta, se hace necesaria la coordinación entre los  diferentes contextos que frecuenta el niño (familia, colegio, centro especializado), así como la adherencia al tratamiento y consistencia de las personas que conviven con él en todos los contextos. O sea, las consecuencias para las conductas que se quiere eliminar y aquellas que se quieren fortalecer tienen que tener la misma función (reforzamiento o castigo) sea con quién y donde sea.
Esencialmente, el especialista en conducta efectúa cambios en la manera en la que las personas interactúan y reaccionan al niño (antes y después de que este se comporte de alguna manera). En un último ejemplo, si la conducta de pegar a otros niños en el colegio ha sido analizada y tiene la función (fracasada) de intentar interactuar y jugar con los demás niños, nos plantearemos enseñar y fortalecer a través del reforzamiento estrategias adecuadas para que el niño pueda iniciar interacciones con sus iguales. Si solamente castigamos la conducta inadecuada del niño, su necesidad de interactuar con sus iguales continuará no atendida y la conducta inapropiada podrá volver a ocurrir. Por otro lado, el trabajo preventivo y positivo que le brinda al niño la oportunidad de aprender a portarse adecuadamente resultará, aunque más lenta, mas definitiva, ética y placentera tanto para el niño cuanto para los padres/profesionales.
Es importante que sepamos detectar en nuestros hijos si existen detalles que podrían indicar signos de trastornos y acudir a los profesionales de referencia para poder ofrecer las mejores tratamientos, por esta razón en Centro Persem contamos  los profesionales especializados y formados en tratamientos innovadores y efectivos para ofrecer los mejores métodos de intervención.

Óliver Pérez
Director y Pedagogo de Centro Persem
* Ahora también en Santa Pola (Sinergia espacio de salud integral)
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miércoles, 7 de octubre de 2015

CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA EN 15 PASOS

AUTOESTIMA

Si hay un factor que suele ser común en varias problemáticas de índole psicológico, es no saber cómo mejorar la autoestima, la falta de autoestima o la autoestima baja.
La autoestima es el aprecio que tenemos hacia nosotros mismos, nuestro amor propio. Es un conjunto de pensamientos, sentimientos y evaluaciones hacia lo que somos por dentro y por fuera, es decir, en lo que respecta a nuestro carácter y forma de ser y nuestro físico. No es algo que depende del estado del ánimo, sino todo lo contrario, puede ser determinante para el mismo. La autoestima subyace por debajo de nuestro consciente e influye en nuestra forma de ver, sentir y actuar frente al mundo.
Es, como así decirlo, el resultado de los pensamientos y experiencias que hemos ido acumulando e interiorizando a lo largo de nuestra vida, expuestos en el presente en forma de seguridad o inseguridad, autoamor o autodesprecio, valentía o miedos, autocompasión o autoexigencia, etc.


Cómo Mejorar la Autoestima

El otro día viendo un vídeo realizado por la marca de cosmética y cuidado personal Dove, hizo que sintiera una gran conexión con lo que ocurre en la realidad: somos nuestros mayores críticos. La empresa quería demostrar lo exigentes que pueden llegar a ser las mujeres consigo mismas, sobre todo en lo que respecta al físico.
En el vídeo se nos muestra un emotivo experimento social que fue bautizado como “Mis pensamientos”. Se les pidió a una serie de mujeres que apuntaran en una lista todos aquellos pensamientos negativos que se autoconferían durante el día. Más tarde, simulando realizar otra entrevista en una cafetería, dos actrices reproducían ese diálogo pérfido “mente-yo misma” entre ellas, justo al lado de las participantes del experimento.
Las chicas “muestra” quedaban horrorizadas al escuchar esas crueles y duras palabras que se suponía que una amiga profería a la otra amiga. Mientras avanzaba la escena, las chicas se daban cuenta de que ese diálogo, si se le puede denominar como tal, es el que había surgido de sus pensamientos, hasta el punto de reconocer el origen de esas frases: ellas mismas.
Algunas candidatas incluso le pidieron a la actriz “cruel” que parara de decirle esas terribles cosas a su amiga. Cuando las chicas oían aquello, que ellas mismas se decían, desde fuera se daban cuenta de lo maltratadoras que estaban siendo con ellas mismas, de lo horriblemente que se estaban tratando, dañándose maliciosamente y autodestruyéndose.
Y es que esto no es más lejos de la realidad: aunque haya personas a nuestro alrededor que nos grite lo maravillosos que somos, siempre tendremos a ese personajillo malvado dentro de nuestras cabezas intentando convencernos de lo contrario. Dove Francia, asegura tras la encuesta de la campaña #OneBeautifulThought, que “sólo el 8% de las mujeres francesas se sentían seguras de su belleza y sólo el 3% se sentían realmente hermosas”.
Con todo esto, Dove pretendía lanzar y concienciar con el siguiente mensaje: “si no es aceptable decírselo a otras personas, ¿por qué nos lo decimos a nosotras mismas?”.
En eso consiste la autoestima baja: en destruirnos, criticarnos, maltratarnos e impedirnos alcanzar la felicidad que tanto nos pertenece por derecho de ser personas. Por eso es importante saber cómo mejorar la autoestima.

¿Por dónde empezar?

Combatir una autoestima baja no es trabajo fácil, pues como bien he comentado al principio de este artículo, es algo que vamos forjando a lo largo de nuestra vida, es un cúmulo de pensamientos negativos que nos corrompen y han corrompido durante años. Llega un punto en el cual el tratarse mal acaba siendo el día a día, una costumbre, y dejamos de buscar estar bien o felices porque se convierte en algo desconocido, incluso tememos buscarlo. Es aquí cuando el tan famoso dicho: “mejor malo conocido que bueno por conocer”, cobra fuerza.
Trabajar la autoestima comienza con ser determinante con la idea de mejorar y estar bien. No es un camino simple, sino todo lo contrario. Lo realmente fácil es seguir viviendo compadeciéndose y victimizándose porque las cosas no nos han ido como habíamos previsto o soñado: “he tenido mala suerte”, “soy un desastre”, “esta vida no es la mía, pero ¡¿qué le voy a hacer?!”,…
Hay una frase que me llamó mucho la atención hace poco: “Cuidado con la tristeza. Es un vicio” de Gustave Flaubert y es que es lo que realmente ocurre. Lo costoso es intentar desmantelar esa red tóxica en la que se ha convertido nuestra mente, con hilos en forma de pensamientos negativos irracionales y que está influyendo en nuestra forma de ver la vida.
Aunque no siempre es tan difícil llegar al cambio. Algunas veces surgen “insights” reveladores espontáneos que ayudan a ver las cosas de repente de otra forma. En psicología, utilizamos la palabra “insight” cuando una persona alcanza de forma inesperada una verdad, es decir, que entiende y da sentido a una situación de forma esporádica.
Esto puede deberse a un estímulo que lo desencadene previamente y que hace que la persona comprenda y vea sentido a las cosas que antes no lo tenían, además que surja dentro de ella una fuerza que creía no poseer y le ayude a superar los problemas. Pocas veces llegaremos a alcanzar un insight sin trabajo previo, pero se pueden dar y ello facilitaría el proceso a mejorar la autoestima.
Por otro lado, otro rasgo propio de las personas con baja autoestima, es centrarse mucho en los demás para llenar esa falta de amor hacia sí y se olvidan o se dejan un poco de lado a ellos mismos. 
¿Entonces cómo mejorar la autoestima? ¿Qué podemos hacer para trabajar en ello?

15 pasos para trabajar la autoestima

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A continuación te doy 15 pasos para empezar a mejorar tu autoestima. 15 consejos que deberían ser tus mandamientos para alcanzar la felicidad:

1.     Vístete como te gusta

¿Qué me dices de ese vestidito que tan bien te sienta o de ese estilo tan propio y que tanto te caracteriza?
La vestimenta es una forma de exteriorizar lo que somos por dentro. Si te apetece ponerte algo, date el gusto y ¡póntelo!
¿Qué más da si hoy no es un día especial, sino como otro cualquiera, si no vas a ir a ningún compromiso o no tienes una cita?, ¡vístete para ti!  Es posible que tengas vergüenza por si te preguntan el motivo de ese “cambio”. Pero ¡¿qué más da?! Diles que te apetecía arreglarte y ponerte guapo/a, no tienes que dar explicaciones.
Puede parecer una tontería, pero una prenda de vestir, un accesorio o un poco de maquillaje puede hacer que te sientas más seguro/a. Sentirse bien con uno mismo y estar seguro te hará mostrarte al mundo y te permitirá ser tú. Quitarse miedos siempre te ayudará a sentirte bien y permitirá a otros conocerte.
Además, siempre es posible que hasta te piropeen y ¡¿qué hay mejor para el autoestima que un halago?!
Pruébalo.

2.     Come bien

Siempre es saludable llevar una buena alimentación. Sentirse sano por dentro ayuda mucho a sentirse bien por fuera y también eso nos afecta cognitivamente.
Una dieta rica en todos los alimentos hace que no nos falten nutrientes ni vitaminas y eso nos llena de energía y vitalidad. Pero, ¿sabías que existen alimentos que pueden contribuir a nuestra felicidad? Seguro que te viene ahora mismo a la cabeza el chocolate, ¡y no te equivocas! El chocolate puro es uno de esos alimentos que contribuye a nuestro bienestar. Lo que sí que no esperarías es que te  dijera que la tan “odiosa” acelga, los mejillones, el yogur y un largo etcétera también lo son. El psiquiatra Drew Ramsey ha creado una dieta que está revolucionando Estados Unidos: “The Happiness Diet” (“La dieta de la felicidad”). 
De este mismo modo, llevar una dieta sana también nos ayuda a vernos mejor físicamente, que es uno de los principales problemas que propician una autoestima baja.

 3.     Date un capricho

Aunque es bueno ser estrictos con uno mismo en temas de alimentación o economía, no está mal concedernos un pequeño capricho de vez en cuando.
Que te han gustado esos zapatos, te mueres por jugar a ese juego de PS4 o te encantaría ir a ese concierto, ¡date el capricho! Si te concedes un premio, tu estado anímico será mejor y te sentirás más feliz.
Regalarse algo al mes o cada dos meses es algo fundamental. No tiene por qué ser algo caro, un detallito sobra. ¿No le comprarías a tu mejor amigo/a o a tu madre esa tontería que le hace sonreír? Haz lo mismo contigo. ¡Tú eres la persona más importante de tu vida!
Otra forma de premiarse es comer una vez a la semana algo que te guste de verdad. Normalmente serán productos con mucha azúcar o comida rápida, por eso no hay que abusar de ellos, pero concederse una comida o un alimento “prohibido” a la semana es bueno para tu estado de ánimo.
Tener estos gestos con nosotros nos sirven para reconciliarnos con nuestra persona y quitarnos presión, hacer que nos queramos un poquito más.

4.     Duerme bien

¿Qué dicen las modelos y los famosos habitualmente? “Mi secreto es dormir 8 horas y beber 2 litros de agua al día”. Aunque sepamos que no es ese realmente el secreto, sino que cuentan con un poquito más de ayuda, dormir de 6 a 8 horas al día es fundamental (aunque varía según la persona, su edad, sus necesidades, etc).
Durante el sueño, nuestro cuerpo descansa y nuestra mente se relaja y repasa todo lo vivido durante el día.
Además, sin un buen descanso, nos estresamos y ponemos más nerviosos antes, cosa que nos hace sentir mal y/o nos hace comer más. Todo esto puede somatizarse y acabar hinchado nuestro cuerpo o que nos salgan sarpullidos, granitos o incluso fiebres o herpes al bajar las defensas. Esto no te va a ayudar a sentirte mejor contigo.
¿Sabías que uno de los factores que contribuyen a la depresión es no dormir las suficientes horas?

5.     Haz deporte

Del mismo modo que llevar una dieta equilibrada y dormir 8 horas, tener una vida activa ayuda a mantener la línea.
También el deporte hace liberar endorfinas (hormonas del amor/placer) y la adrenalina que nos hacen sentirnos mejor, lo que reduce la ansiedad y el estado de ánimo negativo.
Además, practicando deportes o yendo al gimnasio puedes conocer a otras personas y crear amistades. Tener un círculo de amigos con el que compartir aficiones hace que nos sintamos más integrados en comunidad y, por lo tanto, nos encontraremos mejor.

 6.     Haz actividades de ocio

Ver tu serie favorita, pintar, escribir novelas, fotografía, ir al cine, jugar al fútbol,…
Haz una lista de hobbies o cosas que te gustaría hacer a la semana y luego introdúcelas en tu horario habitual.
Dedicarse tiempo, ya sea para mejorar la autoestima o simplemente para llevar una vida sana, es importante.
Tener unas responsabilidades que cumplir puede hacer que acabemos agobiados y estresados y requerimos de un momento de desahogo o de desconexión. Al igual que con los caprichos, el dedicarse tiempo para llevar a cabo una afición que nos llena nos ayudará a aliviar el estrés y a sentirnos más tranquilos.

7.     Cultiva tu mente

Aprender cosas nuevas o mantenerte al día en cuanto lo que pasa en la sociedad también te hace sentir más inteligente y en conexión a los demás.
Sentirnos más intelectuales hará que nos mostremos más seguros a la hora de desenvolvernos socialmente y eso potenciará nuestra autoestima.
Además, ¿sabías que mantener nuestro cerebro ocupado hace que se retrase el envejecimiento del mismo y se mantengan las capacidades durante más tiempo? La naturaleza es muy sabia y si algo dejas de usarlo, el cerebro entiende que ya no te sirve de ayuda y lo elimina para dejar más espacio para otras cosas. De bebés, todos tenemos la capacidad de aprender y adaptarnos a cualquier idioma, no es como en la etapa más adulta que nos cuesta más. Si no se aprovecha, se va perdiendo mientras se va creciendo.

 8.     Haz algo bueno por alguien

Una acción altruista de vez en cuando, que no vivir por y para los demás, no confundamos, nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y a elevar nuestra autoestima.
Muchos tachan el “hacer algo por alguien para sentirnos mejor” como un acto egoísta y eso no es cierto. Realizar cosas por los demás nos hace sentir bien porque el instinto de supervivencia ha hecho que así sea. ¿Qué tiene que ver la supervivencia con hacer algo por los demás? Fácil: si hago cosas por los demás les hago sentir bien, por lo que me aceptan socialmente y me siento seguro dentro de mi grupo, lo que incrementa mi bienestar y, por lo tanto, mi autoestima. El instinto “se ha dado cuenta” de que un ser humano en solitario no tiene las mismas probabilidades de supervivencia que uno que vive rodeado de otros seres humanos en comunidad.
Dejemos de pensar que hacer cosas por los demás para sentirnos bien es algo mezquino y empecemos a pensar que es una forma de hacer que todos ganen: mi entorno está feliz y yo me siento bien al ayudarles.

 9.     Rodéate de gente buena

Supongo que habrás oído eso de que no es bueno juntarse con “gente tóxica” y es cierto. En esta vida no es bueno tener gente que te hunda y menos con lo corta que es.
Seguramente estarás pensando en esa persona que tienes cerca, que aunque sabes que no es buena para ti no quieres apartar de tu lado, pero llegará el día que tú mismo/a te darás cuenta que debes tomar una distancia. No digo que debas alejarte y olvidarte de esa persona, eso es muy fácil de decir, pero sí que emocionalmente lo hagas poco a poco. Te sentirás mejor a la larga.
Fíjate en tu entorno, habrán personas que se preocupan por ti y quieran lo mejor para tu vida. Aférrate a ellas y déjate querer, al mismo tiempo que tú cuidas de ellas. Notarás el cambio.

 10.  Perdónate. No te machaques

Es un rasgo común, si no el más importante, dentro de la baja autoestima: el autodestruirse.
Creo que prácticamente todas las personas con baja autoestima piensan que no merecen ser felices porque no se lo han ganado. No les entra en la cabeza que la felicidad no es algo que deba ser merecido.
Hazte un gran favor: deja de pensar que algo hiciste mal y que no eres merecedor/a de la felicidad. Perdónate por haberte tratado tan mal, por haberte dañado y comienza a alejar esas duras palabras y esos mezquinos pensamientos de tu mente.
Todo el mundo puede ser feliz si se lo plantea. La felicidad no es una aptitud, sino una actitud.

11.  No te compares

Normalmente para reafirmar que somos inferiores, nos comparamos con personas que tienen todo aquello que nos gustaría tener: ser guapo/a, inteligente, tener éxito,… Nunca nos compararemos con alguien que consideramos menos que nosotros.
Deja de fijarte en todas esas cosas que tú no tienes, pero sí esas personas con las que te comparas. Todos y cada uno de los seres humanos somos diferentes y únicos. Sí que es cierto que para algunos alcanzar las cosas les ha podido ser más fácil (puede que parezca que es así y luego no sea la realidad), pero piensa que esa persona ha tenido más “suerte”. Del mismo modo que te aseguro que esas personas con las que te comparas seguramente también se compararán con otras.
Dedicarte a vivir pensando en lo que no tienes hace que no aprecies lo que sí posees, de este modo no puedes apreciarlo y vivirlo. Eso sólo te va a hacer sentir culpable, un/a desgraciado/a, una víctima del destino o de la vida, y no te va a beneficiar hacerlo.
Se dice que para ser feliz, hay que ser agradecido con lo que tenemos.
¿Recuerdas el eslogan de esa campaña de Ikea? “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.

12.  Establécete objetivos reales

Del mismo modo que compararse hace que tengamos la sensación de inferioridad, establecer objetivos muy por encima de nuestras capacidades también puede provocárnoslo.
Siempre es bueno intentar superarse y llegar a ser mejores, pero ello deja de ser algo productivo cuando fijamos metas que sabemos que no vamos a poder alcanzar. Esta es una forma de autoboicotearnos.
¿Te suena el término “indefensión aprendida”? La indefensión aprendida se da cuando nos excusamos para no poder alcanzar los objetivos (que podrían llegar a ser alcanzados) con argumentos de inferioridad: “no puedo hacer esto porque soy tonto”, “no puedo presentarme a ese trabajo porque seguro que no cumplo el perfil”,… Al final acabamos interiorizando tanto que no somos tan buenos que, para reafirmárnoslo,  actuamos pasivamente ante todas las situaciones en las que no percibimos control por miedo a las consecuencias.
Del mismo modo que nos ponemos zancadillas para que se dé una “profecía autocumplida” o “efecto pigmalion”. Se daría cuando una persona predice que algo ocurrirá de una forma subjetiva y luego, consciente o inconscientemente se esfuerza para que ocurra de ese modo y así demostrar que llevaba razón. Un ejemplo sería escoger a un niño al azar en una clase (con igual rendimiento que sus compañeros) y decirle a su profesor que ese niño es superdotado. Al final del curso, ese niño tendrá mejores resultados que sus compañeros porque su profesor hará todo lo posible para que se logre esa profecía sin saber la realidad.

 13.  Mímate

Cuídate un poquito más. Si ves que necesitas un respiro, dátelo.
Un masaje, un bañito de espuma, apagar el móvil, pasar un tiempo tranquilo/a solo/a,… Lo que necesites.
Todos deberíamos tener este momento para nosotros todos los días. No hace falta mucho, con media hora sobra. Concédete esa media hora diaria. Lo notarás.

14.  Acepta que no eres perfecto/a y permítete cometer errores

Todos somos imperfectos. No existe la perfección. Hasta la persona que creas más perfecta, no lo es.
Somos humanos y por ello es imposible que seamos perfectos. Suelo utilizar la expresión: “todos somos humanamente imperfectos”. Los seres humanos carecemos de perfección: nos ponemos enfermos, fallecemos, nacemos en “blanco” y tenemos que ir aprendiendo durante nuestra vida,…
Asume que probablemente llegará el momento en el que te equivocarás, pero no te lo eches en cara. Nadie nacemos enseñados, no podemos prever cómo van a actuar los demás, no controlamos el 100% de los elementos de cada situación, por lo que alguna vez las cosas no saldrán como queremos.
Una vez aceptes que cabe la posibilidad de error y que es algo normal, te quitarás presión y podrás al fin respirar y vivir.
Piensa que no controlar las cosas puede dar miedo, pero también es algo excitante no saber qué ocurrirá, es como una aventura. Empápate de cada uno de tus pasos y experiencias, pues siempre te van a ayudar a crecer y desarrollarte como persona.

15.  Confía, en cree en ti y sé fiel a ti mismo/a

Ante todo, éste es el paso más importante. Sé tú mismo/a siempre, sigue tus principios, no seas lo que los demás esperan de ti, sino lo que realmente sientes y quieres ser.
Piensa que una persona que se enmascare como una persona que no es, nunca podrá ser feliz porque vive una mentira. Al principio puede funcionar, pero llegará el momento en el que sea imposible vivir en armonía con una vida falsa.
Puedes alcanzar siempre lo que te propongas en la medida que te esfuerces en conseguirlo.
Te dejo una última frase para que pienses en ello: “No es tu aptitud, sino tu actitud lo que determina tu altitud”.
Te animo a que empieces a caminar por este sendero hacia el bienestar y la felicidad. Eres capaz, lo sé.

María Cartagena
Psicología en Positivo
http://www.psicologiaenpositivovalencia.com/como-mejorar-la-autoestima/
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lunes, 5 de octubre de 2015

"MAMÁ: NO PUEDO PARAR LOS PENSAMIENTOS QUE ME LLEGAN A LA CABEZA"

“Mamá: no puedo parar los pensamientos que me llegan a la cabeza”. -


sobreestimulacion

Una amiga me comentó hace unos días que su hija, de apenas cinco años de edad, le había sorprendido con este comentario mientras la llevaba a un cumpleaños. Sentada en su sillita, en los asientos traseros del coche, la pequeña se mostraba agobiada y desconcertada. No es la primera madre que me comenta algo parecido, pero en este caso resulta especialmente significativo el hecho de que la niña considerara que los pensamientos le llegaban de fuera..
No se trata del argumento de una película de ficción, al estilo de La invasión de los ultracuerpos, ni tampoco es consecuencia en este caso de alguna enfermedad mental, o una situación puntual y pasajera. Tras descartar todo lo descartable con el psicólogo, la conclusión no se hizo esperar: se trata sin duda de otra niña más alcanzada por lo que denominamos sobreestimulación. Hace unos años leí un libro sobre el consumo de drogas de síntesis entre los adolescentes, en el que se hacía referencia exactamente a esta situación. Sin lugar a dudas nos encontramos ante la generación más sobreestimulada de toda la historia de la Humanidad. Hasta hace apenas 50 años los estímulos que recibíamos del exterior eran muy limitados y moderados en relación a los que recibimos hoy en día. Se trataba fundamentalmente de estímulos procedentes de nuestro entorno inmediato, familia, amigos, y las pocas horas a la semana que podíamos pasar viendo un canal de televisión en blanco y negro, o escuchando algún programa de radio.
Hoy, cualquier niño de diez años de nuestro entorno, ha recibido muchísima más información que cualquier otro homo sapiens de los que han pasado por aquí en los últimos 40.000 años. Ha visto imágenes de tiranosaurios corriendo por un bosque, cuando hasta hace un siglo ni tan siquiera sabíamos de su existencia. Imágenes de peces abisales, animales e insectos de cualquier punto de la tierra, vídeos grabados en la superficie de Marte por un robot, secuencias reales sobre el corazón bombeando sangre o linfocitos haciendo su trabajo en nuestro sistema inmunológico. Cosas con las que ningún sabio de la antigüedad se atrevió a soñar, y un volumen de información muy difícil de manejar. Estímulos dirigidos a todos sus sentidos: sintetizadores, sonidos y ritmos nunca antes escuchados, alimentos procedentes de los cinco continentes, chicles que los primeros minutos saben a maracuyá y después a frutos silvestres del bosque australiano… ¿Se han parado a contar los tipos de cereales que hay en las estanterías de los supermercados? ¿Y los yogures?
Pero estos niños no reciben sólo los estímulos de su entorno habitual, sino que en muchas ocasiones nos empeñamos en “enriquecerlo” y llenar absolutamente todo su tiempo con más actividades. Un tiempo libre absolutamente copado, que se combina con histriónicas series de dibujos animados, estridentes partidas de videojuegos en 3D y todo tipo de aplicaciones para llenar sus móviles, tabletas y cabezas.
Hace ya unos años que distintos expertos, como los del grupo de investigación sobre Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada (UGR), advirtieron sobre cómo la estimulación temprana podía influir en el proceso de aprendizaje. La psicobióloga Milagros Gallo, señalaba que: “El entrenamiento en tareas demasiado complejas, antes de que el sistema esté preparado para llevarlas a cabo, puede producir deficiencias permanentes en la capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida”.
El problema de la sobreestimulación es que, al igual que hacen las drogas de síntesis, provoca lo que denominamos “tolerancia”. Es decir, el organismo se acostumbra a recibir con regularidad su dosis de estímulos, hasta que llega un momento en el que tal dosis no le satisface. ¿Qué hace entonces? Pues muy sencillo: buscar una dosis mayor. Los niños que viven este efecto se hacen cada vez menos sensibles a los estímulos del entorno, y necesitan cada vez más. Se vuelven hiperactivos, o se muestran desmotivados mientras su imaginación y creatividad se van mermando. Les cuesta centrarse mucho tiempo en una misma actividad, y sienten que sus pensamientos se atropellan los unos a los otros.
NECESITAMOS EL ABURRIMIENTO
Puede parecer algo paradójico, pero necesitamos más que nunca que los niños y niñas tengan tiempo para aburrirse. Necesitamos que tengan tiempo todos los días para llevar a cabo actividades que no estén previamente estructuradas, organizadas y controladas por normas rígidas y preestablecidas. Es preciso que tengan la oportunidad de crear sus propias estructuras, normas y parámetros. Creo que los adultos que no son capaces de innovar, de adaptarse, cambiar o evolucionar y aportar algo a la vida de quienes les rodean, son con frecuencia niños privados de la posibilidad de crear y experimentar. Es necesario tener la posibilidad de explorar, y también la posibilidad de equivocarse.
Definiría el aburrimiento como la ausencia de motivación que incite a la acción física o mental. Así pues, si un niño se aburre y desea actuar tendrá que terminar encontrando o creando sus propias motivaciones. Tendrá en definitiva que automotivarse. Y no les quepa duda de que lo hará. Un niño o una niña en un parque, con un palito, arena y un par de piedras creará todo un mundo. Sentado frente a una mesa y con una caja llena de pinzas de tender la ropa, organizará una carrera de coches, desarrollará una batalla o realizará algún tipo de construcción. Una hoja en blanco, un lápiz y varios rotuladores darán lugar a todo tipo de creaciones…
Los niños y niñas de hoy, más que nunca, necesitan disponer de tiempo no estructurado y dirigido por sus mayores. La sobreestimulación, la constante motivación externa y el encadenamiento continuo de tareas y actividades programadas les saturan, agobian y ahogan su necesidad de crear.
Resumiría mis principales recomendaciones en el siguiente decálogo:
  1. Procure que sus hijos/as dispongan con frecuencia de tiempo no estructurado. ¡Verdadero tiempo libre!
  2. Reduzca las actividades extraescolares al mínimo que considere necesario. Priorice y tenga muy en cuenta aquellas que son iniciativa de ellos mismos.
  3. No se adelante a sus demandas, no queme etapas demasiado pronto. Necesitan detenerse y paladear cada edad y cada etapa. Respete su ritmo de maduración.
  4. Interactúe y juegue con ellos si se lo piden, pero no organice ni desarrolle las normas.
  5. Controle el acceso a internet y las nuevas tecnologías. No deben convertirse en prioritarias ni conformar su principal forma de ocio. Establezca horarios.
  6. Distancie el uso de ordenadores, tablets o teléfonos móviles de la hora de irse a la cama. El sueño es fundamental, y el cerebro necesita un tiempo para volver a la normalidad tras los estímulos recibidos durante el empleo de estos aparatos.
  7. Supervise las series de dibujos animados que ven. Compruebe si es usted capaz de ver un capítulo y en qué estado se encuentra después. Algunas generan un estado de ansiedad muy apreciable.
  8. Sus hijos necesitan contacto con la naturaleza. El ritmo que ésta establece actúa como un verdadero bálsamo. Necesitan tocar, oler, sentir y experimentar en espacios abiertos y naturales.
  9. Controle los ruidos innecesarios. Si alguien quiere ver la tele en casa, escuchar música o discutir, los demás no tienen que compartirlo necesariamente.
  10. Preste toda la atención posible a sus comentarios, preguntas y observaciones. Nada de lo que dicen es superficial, aunque en un principio podamos no entender lo que están intentando decirnos.
(Esto no quiere decir que la sobreestimulación sea la respuesta a todos los casos similares. Mi intención es sólo aportar recursos e ideas a los padres y madres que puedan sentirse identificados).

por • 24 febrero, 2015 
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jueves, 1 de octubre de 2015

EL RESPETO A LOS PADRES

El respeto a los padres

 

El lenguaje es la principal forma de comunicación y también el primer nivel donde se establecen las relaciones entre las personas. Dirigirse a una persona con pasotismo, desprecio, malas palabras o lenguaje agresivo demuestra falta de respeto, pero hacerlo a los padres implica además romper un clima adecuado que favorece las buenas relaciones.

Hablar sirve para establecer contacto, para dar o recibir información, expresar sentimientos, transmitir lo que pensamos y establecer vínculos adecuados. Una mala comunicación perjudica el establecimiento de los roles. Además, la demostración de respeto al hablar contribuye a sentar las bases de la relación para aquellos momentos en que hijos y padres discrepen. Por eso es importante que desde pequeños los niños aprendan a comunicarse de una forma adecuada.

Hoy en día, cuando se registra un alarmante incremento del maltrato físico y psicológico de hijos a sus padres, la falta de consideración verbal pasa desapercibida, pero es igual de importante.

Entre el autoritarismo y la excesiva distancia que existía en las generaciones anteriores hacia los padres, y la actual falta de consideración con la que muchos hijos tratan hoy a los adultos, hay una gran diferencia y como en todo, en el término medio está la virtud. No hay que buscar recuperar el trato de “usted” pero tampoco caer en el “colegueo” excesivo y mucho menos dejar que un hijo menosprecie con palabras o insulte a sus padres.

El Lenguaje es una manifestación más de la pérdida de modales de los jóvenes de hoy en día. Es habitual oír que los niños ya no tienen respeto a los mayores, que contestan mal a los padres y profesores, que ni siquiera les escuchan, que “pasan” de lo que les dicen, que responden con brusquedad y que en muchos casos contestan con gritos o agresividad.

Un niño puede hablar mal a sus padres, bien por retarles y probar donde están los límites, bien por imitar a un amigo o bien por un intento de poder. En el caso de niños más mayores a veces se busca dañar o hacer sentir inferior al otro, y demostrar su superioridad.


En ningún caso los padres pueden minimizar la importancia de las palabras y deben corregirlo desde la primera infancia. No hay que olvidar que los padres son los responsables de enseñar a sus hijos a hablar con respeto a los demás, buscando así el bien del propio niño que debe vivir en sociedad.

Los padres suelen enseñar a sus hijos a pedir las cosas por favor o dar las gracias, pero una buena comunicación va más allá de las fórmulas de cortesías.

Una primera salida de tono debe ser corregida para evitar una segunda. Ningún niño se levanta un día increpando a sus padres o contestando mal. Es un proceso que va aumentando en brusquedad. Primero puede parecer una chiquillada o una tontería que no vale la pena corregir. Luego se convierte en una costumbre que los padres aguantan con resignación y después ya puede ser tarde para cambiar el comportamiento que el niño ha interiorizado como normal.

Por ello es importante que los padres traten con respeto a los niños y exijan ser tratados de la misma manera. El respeto en la forma de hablar no tiene porque crear distancia en la relación, sino todo lo contrario, una familia que se comunica bien es mucho más fácil que mantenga abiertos los canales de comunicación y la relación entre todos sus miembros será más estrecha.

Y al igual que se enseña a los hijos a hablar de manera correcta a los padres, también se les debe enseñar a dirigirse educadamente a un vecino, a los amigos y a los profesores. Una de las formas más eficaces de enseñarles es con el ejemplo, ya que los padres son la referencia de los hijos, consciente o inconscientemente.

Si un padre trata con respeto a su hijo, él hará lo mismo. Pero también si ve que nosotros somos amables y educados con los vecinos, con compañeros y con amigos.

  • Educa desde pequeño a los niños a dirigirse con respeto a los mayores
  • Trata con educación a tus hijos y evita palabras hirientes
  • No permitas que un niño, aunque sea pequeño, tenga salidas de tono cuando hable con un adulto
  • Da ejemplo cuando hables con otras personas
  • No te rías cuando diga una mala palabra o conteste de malas formas, aunque haya tenido gracia
  • Enséñale que con las palabras se puede hacer daño a la gente

Mar Sánchez Marchori
Directora del Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa-MSM
http://www.ivapec.com/el-respeto-a-los-padres/
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