viernes, 29 de noviembre de 2013

QUÉ DIFÍCIL ES HABLAR CON NUESTROS HIJOS (O NO)

APRENDE A DIALOGAR CON TUS HIJOS


Tu hijo es tu vida. Desde el embarazo ya sospechas que vas a querer a ese diminuto ser por encima de todas las cosas. Y, cuando nace, la sospecha se confirma: pequeño y hermoso, lo sientes muy tuyo y el amor inunda tu corazón. Sientes que no hay nada que no pudieras hacer por él, y en ese momento se origina un profundo vínculo que está llamado a ser radiante y único. Sin embargo, resulta curioso como la relación con los hijos, a pesar de ser probablemente la más importante en la vida, a veces acaba convirtiéndose, con el paso de los años, en un auténtico calvario. Los niños crecen y la convivencia es complicada cuando cualquier intento de diálogo se convierte en una discusión. ¿Es posible llegar a comunicarse con los hijos de una manera calmada y fluida?
La comunicación es el centro del intercambio humano; una buena relación se construye a base de verdaderos encuentros con el otro, cosa que no siempre es fácil entre padres e hijos porque los roles están muy marcados: los padres educan y los hijos obedecen, y a menudo la posibilidad de reconocernos simplemente como seres humanos autónomos, con emociones y sueños propios, muere antes incluso de nacer. La clave para generar un diálogo productivo está en aprender a escuchar con el corazón abierto y la mente libre de prejuicios y de ideas sobre cómo deberían ser las cosas. De hecho, las cosas no deberían ser de ninguna manera en particular, porque las cosas son simplemente lo que son.
"Si no espera cosas buenas de sus hijos, no las encontrará”, Patricia Ramírez
Y es que la comunicación real, a pesar de lo que solemos creer, tiene mucho más que ver con escuchar que con decir. Escuchar activamente es un verdadero arte poco cultivado en la actualidad, básicamente porque estamos sumamente desconectados de nosotros mismos. Cuando no nos escuchamos a nosotros mismos, cuando no prestamos atención a nuestras emociones, a nuestras necesidades, resulta muy difícil poder estar disponibles para escuchar a nuestros hijos. Además, no podemos perder de vista que nuestros hijos aprenden más lo que hacemos que lo que decimos; si como padres nos cerramos, no escuchamos, no hablamos sobre nuestras emociones, reprimimos lo que nos pasa, o nos enfadamos y gritamos, nuestros hijos van aprender a hacer exactamente lo mismo. Debemos ser muy conscientes de que representamos un modelo básico para ellos, y que tanto lo que hacemos como lo que no hacemos contribuye a moldear la personalidad de nuestros hijos.
Muchas veces la comunicación no funciona porque confundimos escuchar con impartir. No podemos negar que, como educadores, cuando hablamos con nuestros hijos es para decirles lo que tienen que hacer, lo que tienen que sentir, y a menudo no les dejamos espacio para que expresen lo que realmente les ocurre. Escuchar significa estar abierto, disponible, prestar al otro verdadera atención. Y, como padres, a veces nos cuesta escuchar lo que nuestros hijos tienen que decirnos, en parte porque nos lastima palpar su dolor, pero sobre todo porque en ocasiones nuestros hijos no son como siempre habíamos imaginado que serían. No podemos aceptar en ellos ciertos aspectos que rechazamos o que habíamos soñado diferentes. Pero escuchar y validar lo que sienten los hijos, aunque no nos guste o nos duela, es muy importante, porque ellos necesitan de la aprobación de sus padres. Si sienten que al expresar lo que les pasa van a ser descalificados o que sus padres se van a enfadar, aprenden a considerarlo inadecuado y a reprimirlo. El dolor por no ser aceptados y queridos tal y como son los aleja de su propia esencia, de su propio ser.
Y, otras veces, la comunicación se complica porque confundimos escuchar con convencer. El diálogo no es fácil cuando se trata de personas que pertenecen a diferentes generaciones y tienen, por lo tanto, diferentes miradas sobre el mundo. Sin duda, escuchar requiere un esfuerzo, básicamente porque implica interesarse por lo que le pasa al otro, sin ideas previas y desde su perspectiva, no desde la nuestra. Pero nuestro mecanismo de escucha suele ser distinto, y no sólo con nuestros hijos: cuando el otro empieza a hablar, surgen nuestros pensamientos sobre lo que está diciendo, y dejamos de prestar atención para atender a nuestro “comentarista interno”. Con frecuencia escuchamos a medias y simplemente esperamos nuestro turno para hablar. Acto seguido, comparamos sus ideas con las nuestras, y rápidamente llegamos a la conclusión de que el otro va errado, o de que nuestras ideas son mejores. Y, con el ánimo de ayudar, intentamos convencerle de que está equivocado y de que más le conviene adoptar nuestras ideas, todo “por su bien” (ya he hablado de esto en otras entradas, lo hemos llamado el SÍNDROME DEL EXPERTO). A estas alturas, el diálogo hace rato que no existe, y comienza el enfado por ambas partes: una, porque se siente incomprendida, y otra, molesta porque no se aceptan sus bienintencionados consejos.
"El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es”, Jorge Bucay
¿Cómo evitar las discusiones y fomentar el diálogo? Lo que buscan nuestros hijos es que les escuchemos, que les prestemos atención. Anhelan sentirse comprendidos y con libertad para expresarse, puede que incluso deseen que les ayudemos. En ningún caso quieren que sus padres decidan por ellos, y tampoco que les den un sermón sobre lo que deberían hacer. Y cuando cierran el corazón, sus oídos ya no pueden escuchar. Para que abran su corazón necesitan sentir que estamos más interesados en escucharles que en demostrarles que están equivocados. De hecho, el diálogo debería servir para ayudar a nuestros hijos a encontrar su propio camino, no para obligarlos a recorrer el nuestro.
Veamos cinco claves a tener en cuenta si pretendemos comunicarnos sinceramente con nuestros:
  • Estar disponible: dedicarles tiempo, prestarles atención cuando nos hablan y escucharles mirándoles a los ojos
  • Guardar silencio tanto exteriormente como interiormente: es decir, tener la boca cerrada y la mente libre de pensamientos mientras tus hijos expresan lo que les ocurre
  • Respetar y aceptar lo que nos dicen: se trata de considerar legítima su posición, aunque no la compartamos, y de no minimizar sus problemas considerándolos menos importantes que los nuestros
  • Tomar una actitud abierta y flexible: mantén tu mente abierta para comprender lo que te dicen y desde qué perspectiva te lo dicen
  • Inicia diálogos productivos: se trata de lograr una comunicación productiva entre padres e hijos, no de que haya un vencedor y un vencido
Cuando unos padres se esfuerzan por ponerse en el lugar de su hijo, lo escucharán dispuestos a saber qué piensa, que le ocurre, y sobre todo dispuestos a estar ahí para él, y así es como el vínculo entre ambos se verá fortalecido. El amor incondicional por tus hijos, por encima de todo, es el que te dará la fuerza para confiar en ellos y en su capacidad para encontrar sus propias soluciones. El amor incondicional es el ingrediente mágico para lograr el diálogo y la buena convivencia.

Y tú, ¿tienes problemas para entenderte con tus hijos? ¿Sientes que se alejan de ti con cada discusión? ¿Eres consciente de que la forma en que ves a tus hijos define en gran parte la forma en que ellos se ven a sí mismos? Recierda que estamos a tu disposición en www.centropersem.com para ayudarte en todo lo que esté en nuestras manos.

Fuente: http://www.anemoscoaching.es/blog/aprende-a-dialogar-con-tus-hijos/#!
Maika González
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martes, 26 de noviembre de 2013

CUENTO SOBRE LA AUTOESTIMA

EL VALOR DE LAS COSAS Y LAS PERSONAS


Se suele decir que el dinero no pierde su valor sea cual sea su estado. Con las personas no solemos hacer la misma apreciación. Pero en realidad, no debería ser así. La opinión de los demás no debería afectar al valor que nosotros mismos nos damos.
 Hay varias versiones sobre este cuento sobre la autoestima, aquí os dejo esta:

Pablo, con el rostro abatido de pensar, se reúne con su amiga Laura en un bar a tomar un café. Deprimido, descargó en ella sus angustias… que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación!…
Todo parecía estar mal en su vida…
Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de 500 euros y le dijo: ¿Quieres este billete?
Pablo, un poco confundido al principio, le contestó: Claro, Laura…
son 500 euros ¿Quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola…
Mostrando la estrujada pelotita a Pablo, volvió a preguntarle: Y ahora, ¿lo quieres también?
- Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 500 euros.
Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado.
Pablo se quedó mirando a Laura sin atinar decir palabra alguna, mientras el Impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro…
Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
- Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal… pero me debes un billete nuevo de 500 euros para poderlo usarlo con el próximo amigo que lo necesite.
Le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta.
Pablo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta…
¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor, de que realmente merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos?
Claro que no basta con el mero propósito…
Se requiere acción y existen muchos caminos…
Las personas que marcan la diferencia en tu vida no son aquellas con las mejores credenciales, con mucho dinero, o los mejores premios…
…Son aquellas que se preocupan por ti, que te cuidan, las que de muchas maneras están contigo.
Reflexiona un momento… La vida es muy corta…
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10 CONSEJOS PARA FOMENTAR LA SEGURIDAD Y AUTOESTIMA DE LOS NIÑOS

10 consejos para fomentar la seguridad y autoestima de los niñ@s

Muchos niños y niñas se muestran inseguros en alguna etapa de su desarrollo.Los niños y niñas inseguros presentan dificultades en determinados aspectos: relacionarse con los iguales, aprendizaje escolar, creatividad, etc. Esta inseguridad puede extenderse a otras etapas. Las personas inseguras tienen dificultades para hacer las cosas por sí mismos, esto les limita en su actuación diaria. No creen en sus competencias y no progresan. Se sienten frustrados cuando se equivocan y prefieren no intentarlo por no pasar por ello.
Para un crecimiento sano es fundamental fomentar la seguridad en uno mismo, de esta forma los niños y niñas crecerán felices, potenciarán su aprendizaje y se sentirán competentes.
Para que sean adultos felices y seguros, capaces de lograr sus metas, debemos favorecer la seguridad en uno mismo desde el primer momento.

10 consejos para fomentar la seguridad y autoestima de los niñ@s

Características de los niños/as inseguros
  • Temor excesivo por hacer cosas por sí mismos. Muestran miedo y oposición cuando tienen que hacer determinadas cosas por sí solos, “preguntar algo, pedir alguna cosa, resolver algún problema, etc.”
  • Le cuesta relacionarse con los iguales, son solitarios, evitan los juegos con otros niños y niñas que no conocen.
  • No le gustan las críticas y observaciones. No acepta bien que se le diga lo que hace mal.
  • Miedo a equivocarse. No le gusta equivocarse y presenta un miedo irracional a equivocarse, esto hace que prefiera no hacer determinadas cosas por el miedo a equivocarse.
  • Poca motivación en clase, no parece que le interese.
  • Son solitarios y callados.
Como se produce la inseguridad, ¿Por qué aparece?
La inseguridad es una emoción normal hasta cierto punto. Todas las personas nos podemos mostrar inseguras ante una situación que no conocemos o no manejamos. Pero en ocasiones la inseguridad puede ser excesiva y afectar a las actitudes y la calidad de vida de los pequeños, provocando una gran tensión interior.
Muchas son las causas que pueden provocar inseguridades, pero el ambiente que rodea al pequeño es fundamental para fomentar su confianza. Ambiente que propicia la inseguridad:
  • Ambiente donde se exige demasiado al pequeño.
  • Crítica  y corrección constante.
  • Desatención y distancia emocional con las personas cercanas.
  • Comparaciones constantes donde los niños y niñas quedan menospreciados.
  • Modelos inseguros. Los niños y niñas aprenden mejor las actitudes que observan y tienden a imitarlas.
10 Útiles Consejos para fomentar la seguridad y autoestima en los niños y niñas
La seguridad en uno mismo es un proceso, relacionado con el autoconcepto y con la autoestima. Estos tres aspectos se ven influenciados mutuamente, en una estrecha relación en la que se van desarrollando continuamente.
Es algo que se construye, que se aprende poco a poco, fruto de las experiencias diarias. El pequeño va recibiendo información de cómo es, de lo que vale, y de las competencias que tiene, y así con esa información va construyendo una imagen de sí mismo. Va aprendiendo a valorar sus competencias y a afrontar sus equivocaciones y errores de forma constructiva. En este proceso la familia tiene un papel fundamental, ya que estas primeras informaciones que recoja el niño o niña sobre su persona le vendrán de cómo le percibe su familia.
  1. Busca la causa de las inseguridades.
  2. Presta atención al ambiente que rodea al pequeño.
  3. No seas demasiado negativo juzgando al pequeño. Crítica la conducta no al niño/a.
  4. Mantén expectativas realistas que el pequeño pueda cumplir.
  5. Hazle ver que estas orgulloso de él cuando logre alguna de sus metas.
  6. Sírveles de Ejemplo. Es importante que nosotros nos mostremos seguros de nosotros mismos y confiemos en nuestras capacidades. Los pequeños aprenden más de lo ven que de lo que se les dice. Imitan nuestra forma de comportarnos, somos sus modelos y su ejemplo a seguir.
  7. Favorece su Autoestima. Debemos cuidar la autoestima del niño o niña. Mostrarle que le valoramos.
  8. Déjale su Espacio para que haga las cosas solo, por sí mismo. No podemos estar constantemente encima de ellos. Debemos darles la oportunidad de valerse por sí mismos. De esta forma aprenden a hacer cosas solos, toman sus decisiones, asumen equivocaciones y se perciben responsables de sus logros y por lo tanto de sus competencias y capacidades. Si no les dejamos hacerlo por si mismo, no creerán que ha sido gracias a su capacidad.
  9. Permíteles alcanzar logros. Dependiendo de la edad y momento del desarrollo, los pequeños son capaces ya de realizar determinadas tareas o actividades, como atarse los zapatos, montar en bici, preparar el postre, etc. Es importante que les dejemos enfrentarse a estas tareas, han de ser adecuadas a sus capacidades, no importa que no les salga a la primera, tenemos que ser pacientes y dejar que lo logren por sí mismos.
10. Transmíteles seguridad y confianza. Para que los niños y niñas se perciban seguros, deben sentir que nosotros creemos en ellos. Si les transmitimos que nosotros estamos seguros de que lo harán, que confiamos en sus capacidades, ellos también confiaran en estas capacidades. Si por el contrario, sienten que tenemos dudas sobre si alcanzaran sus logros, ellos también tendrán esas dudas y miedos.
Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
@Celia_RodrigRu
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martes, 12 de noviembre de 2013

EL APEGO

¿Qué es el APEGO? y su importancia

Apego: ¿Qué es? ¿Cómo surge? ¿Por qué es tan importante?

 

Al nacer, al contrario de lo que ocurre con la mayor parte de animales, un bebé es un ser completamente indefenso, que necesita que otras personas satisfagan sus necesidades para poder sobrevivir.

El apego es el vínculo afectivo que se establece entre el bebé y las personas que más establemente se relacionan con él (quienes lo estimulan y satisfacen sus necesidades, papás y/o mamás en la mayoría de los casos). También se establece con l@s herman@s, abuel@s, tí@s… El apego facilita que las necesidades de los bebés sean atendidas por los adultos que los rodean.

Las teorías más tradicionales sugieren que el apego se establece por el hecho de que la madre alimente al bebé (los estudios de Harlow indican que esto no es así) o del contacto piel a piel.
Teorías más recientes sugieren que, de igual forma que se transmiten genéticamente características físicas, también lo hacen una serie de preferencias.

Los bebés se sienten atraídos por las caras, por la voz (en especial por las de una entonación como la que empleamos los adultos al hablarles a los bebés), por el contacto físico, por ser mecidos…
Los adultos son atraídos por los rasgos de los bebés (casi tod@s al ver un bebé sentimos ternura y otras emociones similares), el llanto (es casi imposible permanecer indiferentes al oír el llanto de un bebé).
Estas preferencias heredadas en bebés y adultos, facilitan que, a través de las interacciones entre ellos, se vaya desarrollando el apego.

El apego se manifiesta en niñas y niños a través de la búsqueda de proximidad, contacto físico, llanto al separarse… El adulto se sentirá feliz en contacto con el menor, disfrutará de su proximidad…
El apego en el adulto surge antes que en el bebé, llegando a aparecer incluso antes del nacimiento. En general, a partir de los 6 ó 7 meses de vida, los bebés muestran preferencia hacia sus figuras de apego (madre, padre…), a la vez que observan con recelo, o sienten rechazo o temor ante personas desconocidas, especialmente en ausencia de su figura de apego o al “invadir su terreno” estas personas desconocidas sin haberse familiarizado previamente con ellas.

Con el paso del tiempo, esta relación se irá fortaleciendo, transformando e interiorizando. Esto quiere decir que, a pesar de que el vínculo se haga más fuerte, irán desapareciendo ciertas conductas de apego como buscar proximidad física, llorar al separarse, querer estar en brazos…
Durante nuestra vida, el apego va cambiando, pasando, en la edad adulta a ser la pareja o las hijas e hijos las principales figuras de apego.
En la primera infancia, las figuras de apego suponen un punto de apoyo que proporciona seguridad para explorar el entorno que les rodea y relacionarse con personas desconocidas. Además, favorece el aprendizaje.

El apego en la infancia influye en etapas posteriores de nuestra vida. Influye en la seguridad y confianza en un@ mism@ y en l@s demás y en las relaciones que establecemos con las personas que nos rodean.

Autor y fuente: Rosario Calle – pinceladasdepsicologia.blogspot.com
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