miércoles, 15 de diciembre de 2010

TRANSMITIR VALORES

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VALORES Y RECUERDOS
Antes de empezar a ver cómo ha ido variando el modo en que las sociedades transmiten sus valores, me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre los recuerdos humanos. Existe el eterno debate de si nos quedamos con las cosas buenas o con las cosas malas que nos pasan. Si hacemos un estudio detenido de con qué nos quedamos nosotros, veremos que no llegaremos nunca a un acuerdo. Unas veces nos quedamos con las cosas buenas y otras con las cosas malas.
Actualmente, la tendencia que existe sobre la forma de generar nuestros recuerdos a base de hacer nuestras propias construcciones nos hace que utilicemos o incluso inventemos nuestras propias técnicas de recuerdo. Es ahí dónde la “maldad” humana parece vencer en este debate. Un hecho negativo suele bastarnos para recordar algún hecho o persona para siempre. Para explicar esto pondremos el ejemplo de los grandes futbolistas. Maradona, Pele o Zidane son 3 de los grandes jugadores de la historia del fútbol. Han hecho cosas increíbles, han ganado multitud de títulos a nivel individual y a nivel de club y de selección, han marcado goles de todos los colores, han sido el espejo para multitud de nuevas generaciones de futbolistas,… Pero, seguramente, si nos nombran a cualquiera de estos 3 “fenómenos”, nuestra mente los asociará directamente con un acto negativo de sus carreras que, por decirlo de algún modo y utilizar un símil informático, hará de “icono” en el “escritorio” de nuestra mente. De Maradona recordamos su “mano de Dios”, un gol ilegal que metió con la mano. Esa imagen con su mano por encima de su cabeza sería el “icono” que aparecería en nuestro “escritorio”. De Pele recordaremos aquel “gol de Pele” que nunca entró. El crack brasileño metió centenares de goles con su Santos y con la selección brasileña, aún así se recuerda ese “gol”, un tiro desde el centro del campo, insólito en aquella época, que pasó cerca de la portería pero que no llegó a entrar. Después de ese tiro, muchos han sido los que han intentado con mejor éxito ese disparo pero ninguno será tan recordado como el “gol de Pele”. Por último y para acabar esta reflexión futbolística, si hablamos de Zidane, un genio que se movía por el campo con excelencia y señorío, será recordado por el “cabezazo a Materazzi”. Una persona que ha sido un ejemplo para muchos y que era todo un caballero dentro y fuera del campo, tuvo una “ida de olla” en la final del mundial del 2006 y le propinó un cabezazo al defensa italiano que le costaría la expulsión. Este hecho le acompañará siempre al crack de Marsella. Esa foto del cabezazo será nuestro icono para entrar en el archivo que nuestra mente tiene sobre este jugador.
El símil informático-futbolístico nos introduce en el tema de los valores. Es un tema preocupante hoy en día. Se dice que nuestra sociedad ha perdido los valores. No creo que esto sea cierto, pero sí que ha variado la forma de transmitirlos. El mayor problema que existe en nuestra sociedad actual es la sobre-información y la cantidad de fuentes de información que existen. Las sociedades anteriores estaban jerarquizadas en cuanto a roles y se cumplían unos “plazos” que hoy en día sería inviable seguir puesto que la velocidad de nuestras vidas se ha acelerado enormemente. Antes los padres seguían bien sus roles como transmisores de cultura y valores, los niños y niñas llegaban a las escuelas con un bagaje de cultura y valores que les ayudaban a introducirse en la escuela y que se basaban sobre todo en el respeto. Al haber ido actuando siempre con respeto hacia las figuras de autoridad era más fácil cualquier transmisión de valores y de cultura, puesto que no se ponía en duda la palabra del maestro, del padre, de la madre o del abuelo. Hoy, como he dicho antes, esto no ocurre. Empezando porqué se salta la transmisión de valores y cultura en el hogar y se “apuesta” todo a la carta del colegio, dónde se espera que nuestros hijos e hijas salgan con un bagaje cultural enorme, con el respeto aprendido, con valores “mágicos” que le enseñarán en los centros y con un futuro laboral prometedor. Es tanta la exigencia que se le impone a los centros educativos que, como suele pasar cuando las expectativas superan a lo lógico, fracasan. Fracasan los centros, fracasan los maestros y profesores, pero sobre todo fracasa una sociedad que es la misma que exige demasiado.
Además del problema de las exigencias a los centros educativos y de la falta de tiempo de los padres y madres para “preparar” a sus hijos/as para introducirse en los centros docentes, también está el problema de las fuentes de información. Las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, las redes sociales, etc., han hecho que la información que está al alcance de nuestros hijos e hijas sea enorme e incontrolable. Todo se pone en duda. Un padre no puede contarle una fábula a su hijo para intentar introducirle alguno de los valores más importantes como puede ser la solidaridad, la paz o el sacrificio porqué ese niño puede acudir inmediatamente a “Google” y buscar si eso es cierto. Al ver que es una fábula, con toda la razón del mundo, este niño acudirá a su padre y le dirá que no es cierto lo que dice, dejándole en evidencia y lo que es peor, dañando su imagen, credibilidad y confianza en su padre.
Por todo esto, es muy importante el control de estas fuentes de información. Que nuestros hijos/as tengan acceso a toda la información posible pero ser nosotros (los padres y madres) los que controlemos este acceso y los que les demos en cada momento lo que necesitan. Es una cuestión de aplicar nuestra experiencia sobre la de nuestros hijos e hijas. Se suele decir actualmente que los hijos saben más que sus padres. No estoy de acuerdo. Es cierto que la mayoría conocen y utilizan las TIC mejor que sus padres pero no tienen la experiencia suficiente para controlar cómo utilizar esos conocimientos. Por ello debemos ayudarles. Para eso tenemos que hacer un esfuerzo por informarnos bien, por “actualizarnos” y por elegir los contenidos que queremos que nuestros hijos reciban.
De los recuerdos hemos pasado a los valores. Dos conceptos relacionados porqué el recuerdo de cómo llegamos a adquirir nuestros valores actuales debe llevarnos a hacer una buena transmisión de los mismos.
Óliver Pérez Sempere
Licenciado en Pedagogía
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