viernes, 1 de junio de 2012

CERO EN CONDUCTA

CERO EN CONDUCTA
(By Màxim Huerta)

El whatsapp está matando las relaciones sociales. Así, a saco. Y Twister también. La generación ME –esa que cuelga fotos de sus cosas, sus músicas y sus pensamientos- ha empezado a mirar más la pantalla del móvil que los ojos del amigo. Antes, hablo como si fuera mi madre, nos mirábamos a la cara y podíamos adivinar los pensamientos, incluso las palabras que iban a salir de la boca del amigo, amante, amor, pareja, etc. Ahora, negadme si tenéis valor, llegamos a estar en una mesa, de cañas, y al mismo tiempo de reunión virtual en el móvil con otros amigos.
¿No tenemos bastante con la compañía real, la de carne y hueso, la de voz y aroma? Tuiteamos los lugares, hacemos fotos a la comida, nos enfocamos la cara en la cama, instagrameamos paisajes, nuestras mascotas, las fachadas, las playas, nuestros pies en el agua, las flores, los grafittis, los lugares que pisamos… Y antes de comentar la jugada ya tenemos colgada la frase ingeniosa en Internet para que no nos la pise el amigo.
¿He dicho amigo?
El momento en el que vivimos está diluyendo la palabra amigo como un sobre de Tang. ¿He dicho Tang? Cómo pasa el tiempo… Mi pulgar, el de mi mano derecha, acabará con artrosis antes que el de la izquierda –y no por ideologías- por el uso excesivo de teclas y pantallas deslizantes. Os preguntaréis, ¿y eso es malo? No, no. No critico, defino. Me gusta observar.
De hecho, me gusta tanto observar que he visto parejas mandándose mensajes de móvil –whatsappeando- en la misma mesa, callados como se callan las parejas de jubilados que ya están hartas de hablar. Igual. Iguales. Creo, y esto es una reflexión para este artículo que tecleo desde un Mac, que los amigos amigos, esos de verdad, eran los del SMS. Porqué pagar para decir algo implicaba que seleccionaras más y mejor. Ahora (miro mi agenda del móvil) me doy cuenta que tengo infinidad de conocidos que de ven en cuando me dicen “hola, que tal” sin esperar más respuesta que el mero entretenimiento de juguetear con el móvil de tercera generación.
Lo divertido es que cuando acabo este artículo seguramente ya está inventada la nueva generación, la siguiente fase.
Pd: La sonrisa con la que me miras, el brillo de tus ojos cuando siento que me vas a besar, nada tiene que ver con esos putos iconos que me envías llenos de sonrisas y corazones. Así no. Yo quiero verte la cara. Yo quiero saber que bajas la mirada, quiero saber cómo hueles hoy, quiero notar cómo te tiemblan las manos al coger la cerveza, quiero que tú seas mi icono. Y, lo mejor, yo quiero ser el tuyo.
Pd. 2: (más importante aún): La voz no se puede perder. No me digas que me quieres en mensaje. Dímelo a la cara. Quiero navegar en el azul de tus ojos y colgar en el instagram de mi memoria ese momento, sin necesidad de tuitear nada. Ni afán de ser ingenioso.
Pd. 3: (necesaria): Esto es un artículo sobre el comportamiento actual en las llamadas redes sociales, no una carta de amor.

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