EL EMBARAZO CON ENFERMEDAD PSIQUIÁTRICA -
Las consecuencias de la
enfermedad psiquiátrica no tratada impactan sobre la salud de la Madre y la del bebé por nacer, tanto en su desarrollo fetal somático como en el
neurodesarrollo, con
implicancias en la salud mental en las diferentes etapas de la vida.
El
embarazo es una instancia especial de la vida de la mujer, donde se dan múltiples cambios fisiológicos,
neuroendocrinos, metabólicos, vasculares, etcétera, que por sí mismos alteran su estado anímico. Otros factores que influyen en la salud mental y física del embarazada se relacionan con aspectos sociales, culturales, económicos, materiales, étnicos y
etarios.
El manejo de
la enfermedad psiquiátrica diagnosticada previamente a
un embarazo, sea éste planificado o no, y liberada a su evolución natural por abandono de tratamiento o o por indicación del médico tratante requiere tener un vasto conocimiento de los riesgos que implica para la paciente y su bebé. Es ampliamente conocido que en General, las mujeres, cuando se
enteran de su embarazo y acuden a la primera consulta
obstétrica, no refieren su trastorno
psiquiátrico previo, así como en nuestros consultorios
psiquiátricos, cuando tratamos pacientes de edad fértil, no hablamos de cuál es el método anticonceptivo durante el tratamiento. Es importante revisar esta práctica, ya que, como veremos a continuación, los efectos de
una enfermedad psiquiátrica sobre
el embarazo no están libres de riesgo.
La enfermedad psiquiátrica puede afectar al embarazo de forma directa o indirecta. Los riesgos y indirectos están relacionados con las
dificultades en el cuidado de la embarazada,
alimentación, controles
obstétricos, potencial abuso de sustancias, alcohol, tabaco,
automedicación, y el riesgo de suicidio. Los viejos directos implican
efecto sobre el crecimiento y desarrollo fetal, abortos espontáneos, partos prematuros y bajo peso al nacer.
Como mencionamos antes, uno de los trastornos psiquiátricos más estudiados en el embarazo es la depresión. La depresión
antenatal presenta una serie de síntomas que representan factores de riegos indirectos tales como: falta de apetito y alimentación inadecuada, lo que produce una menor ganancia de peso, trastornos del sueño, incumplimiento de los controles obstétricos, abuso de sustancias, tabaco, alcohol y automedicación, con sus consecuencias en el
neurodesarrollo fetal, y una alta
prevalencia de ideación suicida. También se ha observado que las embarazadas con depresión presentan más
frecuentemente complicaciones del embarazo como náuseas, vómitos, hipertensión y diabetes
gestacional en comparación con embarazadas sin depresión.
Dentro de los riegos director de la depresión mayor prenatal se encuentran el parto prematuro, bajo peso al nacer y retardo de crecimiento
intrauterino. Una
metaanálisis recientemente publicado tuvo como objetivo estimar el riesgo de estos resultados asociados con la depresión prenatal. Se incluyeron estudios
prospectivos, 862 estudios realizados, desde 1980 hasta el 2009. Los resultados mostraron que las mujeres con depresión durante el embarazo presentaban un riesgo mayor de parto prematuro y bajo peso al nacer, aunque la magnitud del espectro variaba en función de la forma en que se había medido la depresión. Una
implicancia importante de estos hallazgos es que la depresión prenatal debe ser claramente
identificada y tratada, de modo que pueda disminuir ser el impacto sobre la gestación.
La depresión materna se relaciona compañía complicaciones
obstétricas, parto prematuro, mayor riesgo de cesáreas y necesidad de mayor uso de terapias intensivas
neonatal. La asociación de esta complicaciones obstétricas será más frecuentemente cuando la depresión se presenta en el segundo o tercer trimestre del embarazo.
Con respecto a la ansiedad, se considera que normalmente el embarazo es un momento de ansiedad en las mujeres en General. No obstante, la misma puede desarrollarse en forma patológica, como un trastorno de ansiedad o en
comorbilidad con depresión antenatal.
Las embarazadas con trastornos de ansiedad presentan con mayor frecuencia trastornos del sueño tales como el insomnio de conciliación y despertares frecuentes en la noche. De acuerdo con un estudio de la fundación del sueño en estados unidos en el 2009, el 80 % de las embarazadas presentan trastornos del sueño, trayendo como consecuencias un mayor número de cesáreas, diabetes gestacional, hipertensión arterial, infección y parto prolongado.
Un estudio retrospectivo hecho en Hungría, departamento de vigilancia y de casos de anomalías congénitas, tuvo como objetivo evaluar la posible asociación entre trastorno de pánico durante el embarazo y las complicaciones obstétricas. Las embarazadas con trastorno de pánico presentaron entre las complicaciones del embarazo una tasa mayor de anemias, más partos prematuros y bebes con menor edad gestacional.
Cuando hablamos de la relación de
estrés postraumático y embarazo, las embarazadas presentan una asociación
significativa con embarazos
ectópicos, abortos espontáneos y partos prematuros. A menudo tienen otros trastornos psiquiátricos
comórbidos, tal como abuso de sustancias, trastorno de pánico, trastornos alimentarios y depresión, que pueden alterar
significativamente la salud materna y fetal con alteraciones en el parto y el recién nacido.
El trastorno bipolar se asocia con un riesgo sustancial de comorbilidad a largo plazo con trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios y abusos de sustancias, implican riesgos indirectos para la gestación por potenciales exposiciones a tóxicos, drogas y alcohol, o múltiples
medicamentos.
La
diferenciación de la depresión
unipolar y
bipolar en el embarazo y
posparto es de fundamental importancia. Un diagnóstico equivocado implica una doble exposición para el bebé, medicamentos y enfermedad no tratadas. Basta con recordar que son frecuentes las recaídas al interrumpir el tratamiento en el embarazo y que los episodios más observados son depresivos o
disfóricos, para considerar que estas mujeres podrían ser diagnosticadas erróneamente como
unipolares, recibir un tratamiento equivocado y su bebes ser expuestos a un doble riesgo directo, enfermedad y fármacos, y el riesgo indirecto derivado de la incapacidad de cuidado materno por patología psiquiátrica activa.
La fase
maníaca e
hipomanías
En cuanto a a la
esquizofrenia, se han reportado una serie de alteraciones obstétricas tales como: anormalidades placentarias, hemorragias prenatales, malformaciones congénitas en especial del aparato
cardiovascular, tamaño fetal menor que el correspondiente a la edad gestacional, bajo peso al nacer y una mayor incidencia de muertes después del parto.
Más allá de estas alteraciones, uno de los síntomas capitales de muy alto riesgo en las embarazadas
esquizofrénica en la negación
psicótica del embarazo, ya que la misma implica conductas enfermas frente al mismo tales como rechazos la atención prenatal o no reconocimiento de los síntomas de inicio de trabajo de parto, dando lugar a partos precipitados y sin ayuda médica. En algunos casos esto lleva al
neonaticidio en forma pasiva, por ejemplo, piensa que está teniendo movimientos intestinales y deposita al recién nacido en un inodoro, o en forma activa, por ejemplo, está tan
emocionalmente impactada por el nacimiento del bebé que lo entierra. La negación psicótica puede ser intermitente y ocurre con más frecuencia en mujeres que ya han perdido la custodia de un niño.
En un análisis de datos provenientes de estudios primarios seleccionados se observó que las mujeres con esquizofrenia comparadas con un grupo de mujeres sin este enfermedad tenía mayor riesgo de presentar aborto espontáneo, parto prematuro, retardo de crecimiento intrauterino, defectos congénitos de índice de
apgar más bajo en los
neonatos. Estas diferencias se mantuvieron
significativas aún luego de ajustar sus potenciales
confundidores, concluyendo que la esquizofrenia sigue siendo un factor
predictor robustos de estas complicaciones obstétricas.